Beneficios del ejercicio físico para la salud mental
Tu cuerpo cuida de tu mente
Además de mejorar el condicionamiento físico, la práctica regular de actividades física también mejora la capacidad cognitiva y disminuye los niveles de ansiedad y estrés de manera general.
Practicar ejercicios contribuye para un aumento de la autoestima, el auto concepto, la imagen corporal, las funciones cognitivas y de sociabilización de pacientes que presentan algún riesgo de salud mental.
En ese caso, actividad física significa cualquier movimiento corporal producido pela musculatura esquelética y que resulta en gasto energético para el practicante.
Estas actividades presentan componentes de orden biopsicosocial, cultural y comportamental que pueden ser ejemplificados por juegos, luchas, bailes, deportes, ejercicios físicos, actividades laborales y desplazamientos.
Todo esto hace de la actividad física una herramienta indispensable para la promoción de la salud mental, con costes considerablemente menores cuando comparados con otros enfoques terapéuticos y medicamentosos.
La función cognitiva en la acción del ejercicio físico
Según los estudios la practica de ejercicio físico presenta una mejoría en los niveles de atención, memoria, agilidad y patrones del humor.
La comprobación de que el ejercicio físico puede interferir en el desarrollo cognitivo son:
- El aumento en los niveles de neurotransmisores y por modificaciones en estructuras cerebrales, comparando entre individuos físicamente activos y sedentarios;
- La mejora cognitiva observada en individuos con trastorno mental en comparación con individuos saludables;
- La mejora limitada obtenida por personas mayores, en función de una mejor flexibilidad mental/atencional cuando comparados con un grupo de jóvenes.
La práctica de ejercicios mejora la circulación sanguínea cerebral, y esto puede producir cambios en la síntesis y la degradación de neurotransmisores. Es considerada la acción dieta de la actividad física en el aumento de la velocidad do procesamiento cognitivo.
Además de esta acción directa, hay mecanismos indirectos que pueden contribuir para la salud mental, como la disminución de la presión arterial, la reducción de los niveles de triglicéridos en sangre y la inhibición de la agregación plaquetaria.
Se conforma que el ejercicio físico podría aumentar el flujo sanguíneo cerebral y, consecuentemente, de oxígeno y otros substratos energéticos, proporcionando así la mejoría de la función cognitiva.
Además, no puede ser descartada la sensación de bien-estar causada por la práctica de ejercicio con el aumento en las concentraciones de serotonina e ß-endorfinas.
De esta manera, se demuestra que la práctica de ejercicio físico como alternativa para mejorar a función cognitiva puede ser un método relativamente barato y accesible para la gran parte de la población
La actividad física y la reducción del estrés
Existe una relación directa entre actividad física y relajación. Muchas personas se relajan ocupándose de grandes actividades motoras como deportes, carreras o ejercicios físicos, mientras otras prefieren ejercicios respiratorios y de relajación progresiva para aliviar el estrés.
Al liberar endorfinas en el cerebro, la actividad física ayuda a relajar los músculos y aliviar tensión. Con el cuerpo menos tenso, la mente pasa a se sentir mejor.
¿Que estrategias usar para reducir las tensiones y el estrés?
Actividad física y depresión
Practicar ejercicio está reconocido como un importante aliado al combate de la depresión, en casos leves y moderados. La actividad física proporciona la distracción de estímulos estresores, además de proporcionar al paciente un mayor control sobre su cuerpo y su vida. Esto sin contar con la oportunidad de interacción social con el convivio con otras personas.
También hay factores biológicos relacionados el efecto de la endorfina, la substancia generada por el ejercicio y que puede reducir la sensación de dolor o producir un estado de bien-estar. El ejercicio físico asociado al tratamiento también puede promover mejorías en la producción de monoaminas cerebrales, como serotonina y noradrenalina.
Sin embargo, un problema común en individuos con depresión es la falta de compromiso y interacción para la práctica de actividad física. Por lo tanto, el profesional cualificado debe actuar en conjunto con el médico e adecuar el entrenamiento al plano terapéutico o psiquiátrico.
Es fundamental que haya estímulo y soporte, además ajustar la intensidad según las posibilidades del alumno. el objetivo no es crear frustraciones, y si establecer metas posibles de ser alcanzadas.
Los ejercicios más indicados para prevenir la depresión son las caminar, correr y los demás ejercicios aeróbicos, que facilitan la producción de monoaminas cerebrales y promueve efectos psicosociales que reducen los síntomas de la depresión.
Cabe recordar que el ejercicio será aun más eficiente se es agradable de practicar, no competitivo, previsible y rítmico. La intensidad debe estar entre 70% e 85% da capacidad aeróbica máxima del individuo, e debe ser practicado con regularidad de tres a cinco veces por semana, con duración entre 20 y 60 minutos.
No obstante, los estudios también muestran que ejercicios anaerobios pueden ser aceptados más fácilmente por persona que sufren desordenes depresivas, pues las actividades aerobias pueden ser muy vigorosas.
Actividad física en la prevención de TDAH y TEPT
Además de aliviar el estrese y mejorar los síntomas de la depresión, la práctica regular de ejercicios también auxilia en la prevención secundaria en pacientes con Trastorno por Déficit de Atención y Hiperactividad (TDAH) y Trastorno de Estrés postraumático (TEPT).
Cuando se trate de TDAH, ejercitarse regularmente es una de las maneras más eficaces de reducir los síntomas y mejorar los niveles de concentración, motivación, memoria y humor.
El aumento inmediato de los niveles de dopamina, norepinefrina y serotonina causado por la actividad física, afecta el foco y la atención, actuando de forma parecida a los medicamentos indicados.
Para pacientes con TEPT, el ejercicio puede ayudar el sistema nervioso a emitir respuestas al estímulo de inmovilización que caracteriza ese trastorno. Centrar la atención en las sensaciones físicas en cuanto el cuerpo se mueve, puede mejorar el estado mental del paciente.
Para esto, los ejercicios más indicados son aquellos que envuelven movimientos cruzados de los miembros, como caminar (especialmente en la arena), correr, nadar, musculación y baile. Caminadas y deportes al aire libre también son eficaces en la reducción de los síntomas.
Resumiendo, la práctica regular de ejercicios posibilita optimizar el bien-estar y la manutención de la salud mental de los practicantes.
Para concluir, vamos recapitular los principales beneficios de la actividad física para la salud mental:
- Aumento del bien-estar físico, emocional y psíquico;
- Reducción de las respuestas emocionales frente al estrés, estado de ansiedad y abuso de substancias;
- Reducción de niveles leves y moderados de depresión y ansiedad;
- Reducción de algunos comportamientos neuróticos;
- Aumento de la capacidad cognitiva, con beneficios para la creatividad, la memoria y la concentración.
Fuente:
https://previva.com.br/exercicios-fisicos-e-saude-mental/